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Cómo hacer un buen cunnilingus

  • Alicia Gallotti
  • 17 may 2016
  • 3 Min. de lectura

Cómo hacer un buen cunnilingus…? Pues la imaginación es la que manda!

La imaginación y las circunstancias, claro.

Y la combinación de ambas puede disparar las posibilidades hasta el infinito. En muchas ocasiones, adoptar una determinada posición para practicar el sexo oral depende del lugar en que se encuentren los amantes y de los elementos de los que se pueden valer.

Por ejemplo, sólo hacerlo en el baño presenta diferentes alternativas: en la ducha, de pie y de rodillas; en el lavamanos, sentados o apoyados; en la bañera, acostados; sumergidos, desde atrás… a gatas…

Estas posibilidades se repiten y multiplican en otros lugares donde existen diferentes elementos de apoyo que favorecen la imaginación de los amantes, que es la que muchas veces determina la postura.

La posición que se adopta pra practicar el sexo oral es simplemente una técnica. Y como siempre, a la fría técnica hay que sumarle la pasión; desinhibirse, relajarse y gozar del sabor y del olor del sexo del amante.

Aprender a disfrutar con su placer. Comprender sus ritmos y sus necesidades para elevarlo al cielo del clímax.

A continuación describiremos una serie de posturas que os harán buscar nuevos estímulos.

Adoración

Los dos amantes se hallan frente a frente, a pocos centímetros. Él se arrodilla y el sexo húmedo de ella queda palpitante antes su cara, abre un poco las piernas para indicarle su camino y extiende las manos para acariciar su cabeza.

Apoya su boca sobre la vulva y con lentas lamidas recorre los labios mayores de abajo arriba, hasta acabar tocando el clítoris con la punta de la lengua.

Poco a poco modifica la intensidad y orientación del movimiento de su lengua para que los cambios sorprendan a su amante y aumenten el placer y la excitación.

Sus manos vuelven a aferrarse a sus glúteos y esta vez le atrae hacia su boca y la sostiene cuando sus piernas empiezan a temblar como anuncio del orgasmo.

La montura

En esta posición, él adopta una actitud pasiva; tendido horizontal sobre la cama, el suelo u otra superficie deseada, y observando a su amante desde abajo.

Su visión es privilegiada, puede contemplar el sexo de la mujer justo encima de sus ojos. Ella permanece de pie con las piernas separadas y los pies apoyados a los lados de la cabeza de él.

A medida que aumenta el deseo, ella echa el cuerpo hacia atrás y apoya sus manos a ambos lados del cuerpo del amante. Él la sostiene por la cintura para ayudarla en el movimiento. Aunque la excitación crezca, él liberará sus manos para acariciar su clítoris, introducir un dedo en la vagina para acompañar el ritmo de las lamidas, o ensalivar sus dedos para pellizcar sus pezones.

Máximo Desenfreno

Ella se tiende de espaldas con las piernas abiertas y las levanta levemente cuando él se arrodilla entre ellas a pocos centímetros de sus sexo abierto.

Él coloca sus dos manos bajo los glúteos y la levanta como quien coge un cuenco para beber. Aproxima su boca para apagar el deseo. Sin embargo, usa la punta de su lengua para acariciar los alrededores del ano y subir por el perineo dando golpecitos suaves sobre esta piel tan delicada.

Es momento de que el hombre empiece a lamer con ritmo sostenido desde la vulva hasta el clítoris una y otra vez. Luego se concentra en el clítoris y cambia el ritmo hasta que la estimulación sea irresistible.

La Gata

Con su mejor aire felino, ella se pone a cuatro patas y se desplaza seductoramente…

Abre sus rodillas, él se acuesta de espaldas y se desplaza hasta que su cabeza queda enmarcada por las piernas de ella y justo debajo del pubis. El sexo de su amante está en primer plano.

Primero acaricia sus muslos, después se ensaliva el dedo índice y le abre las nalgas para llegar hasta su ano.

Empieza un suave masaje circular para relajar el esfinter y realizar una penetración placentera. Mientras introduce el dedo en su ano, lame las ingles alternativamente hasta dejarlas tan mojadas como la vulva.

Encuentra el clítoris y haz que ella gima de placer!.

La ofrenda

Sobre la cama, ella se acuesta boca abajo. Apoyada sobre sus antebrazos, levanta la pelvis para dejar sus gluteos en alto.

Él se agacha y se arrodilla, con sus manos acaricia los glúteos y palpa el interior de los muslos. Juega con los dedos en la vulva, mientras mete su cara entre las nalgas y su lengua hace círculos alrededor del ano hasta que lo besa y siente sus latidos.

Cuando la punta de la lengua alcance el clítoris, lámelo sin piedad, e introduce uno de tus dedos en su ano, y el otro en su vulva. Verás como la gatita, no deja de maullar…

Textos e ilustraciones extraídas del libro Kama-Sutra del sexo oral, de Alicia Gallotti.

 
 
 

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